lunes, 11 de mayo de 2009

DE LA MODESTIA Y LA INMODESTIA


Soy una de las pocas personas que aún estando en un medio lleno de creencias ciegas sé por qué doy credibilidad a mis ideas, o por lo menos eso creo. La verdad y la certeza son un invento funcional dentro de una sociedad, que permite una dominación de unos sobre otros. Mi ensayo no tiene como fin ni la verdad, ni la certeza, pero su funcionalidad me permite poner de manifiesto todas las posibles formas de interacción intelectual y física entre individuos. La modestia y la inmodestia, que son el tema del que vengo a hablar, ha enmarcado a más de una persona en “victima y victimario” a causa de un sentimiento de inferioridad por los comentarios un poco egocéntricos de un individuo hacia sus semejantes. Sin embargo, dejo en claro que el sentimiento de inferioridad generado por la imposición de un razonamiento que al parecer es superior al mío, más allá de ser estúpido, nos deja ver la impotencia en el momento de entender las ideas propias. Muchos son los que viven lamentándose , vociferando improperios al viento, a la divina providencia o cualquier otro ser de la imposibilidad de llevar a cabo sus deseos, pasiones, metas, etc.; pero muy pocas veces se dan cuenta que el problema radica en ellos mismos.

Cuando Odiseo y sus compañeros de viaje quedaron presos en la caverna de Polifemo esperando la muerte a manos del cíclope, tenían dos posibles opciones: resignarse y morir o hallar la forma de librarse de tan trágico destino. La inventiva incontrolable del gran surcador del Ponto, Odiseo, con su gran espíritu viviente pudo librarlos a todos de la muerte. Pero eso no quiere decir que fuera modesto o inmodesto, ese calificativo se le da a una de las tantas actitudes de una persona frente a la exposición de sus conocimientos o actos; pero ojo algunas veces parecer ser modesto o inmodesto, según sea el caso, puede usarse como una gran argucia retórica de alguien quien pretende imponer sus ideas a los demás. Lo podemos ver cuando Sócrates expuesto por Platón, en el Górgias y en muchos de sus otros textos, se hace pasar constantemente por un ignorante cuando sus ideas estaban muy bien construidas. Cuando Odiseo liberó a sus amigos de las garras de Polifemo su actitud fue la del gran héroe narrado en la Odisea, es decir, sí, los liberó porque halló la forma de hacerlo, sin embargo, cualquiera pudo haberlo hecho.

El problema de la modestia y la inmodestia no radica en el hecho mismo de expresar lo que conozco haciendo participes a los demás de mis ideas o acciones, simplemente se limita a la forma cómo se dice, y al efecto sentimental que genera exponer ideas que difícilmente pueden ser refutadas. Comúnmente en varios textos, escritos por eruditos, se ve la inmodestia como una actitud de superioridad frente a los demás, es decir, cómo una arrogancia; sin embargo, buscan la fiebre en las cobijas, pues el calificativo, de modesto o inmodesto es dado por quien(es) es(son) el destinatario(s) de mi expresión; una persona al exponer sus ideas o experiencias nunca se da cuenta si es modesto o inmodesto. Empero, existen muchas personas embaucadoras que dicen saber algo, pero que dentro de su ser tienen la total certeza que lo ignoran, y también otras que adornan sus palabras para que parezcan ser más grandes de lo que son. A los primeros los llamo: mentiros, y estúpido es aquel quien da crédito a uno de estos; A los segundos los llamo ilusionistas, y son quienes forjan sus fundamentos en el aire o en su defecto en falacias. Una persona es modesta no porque se guarde de exponer sus ideas y conocimientos a los demás, sino que la forma cómo lo diga afecte de una manera negativa a sus semejantes, es decir, que sus palabras no les haga sentirse inferiores. Por lo tanto, el poder expresar una idea o un hecho basándose en argumentaciones o circunstancias no me hace un alardeador o un ente silencioso.

Ludwing Van Beethoven tenía la certeza de ser una de los grandes músicos de la historia y se lo comunicaba a sus semejantes. Muchos de ellos pudieron calificarlo de inmodesto, pero en el momento de escuchar su excelentísima música se percataban que en las palabras no cabe el orgullo intelectual y visceral que significaba ser él. ¡Al carajo con los problemas de autoestima de cada quien! El exponer las ideas no hace a nadie ni más, ni menos persona. Todos en el momento de una conversación, constantemente hacen ejercicios de raciocinio, de ideas que van y vienen de una mente a otra; si alguien no tiene la capacidad suficiente para debatir; y se siente inferior con eso, el problema no es del orador, sino del interlocutor y su mediocridad para hablar.

La modestia y la inmodestia, entonces, son calificativos que surgen a raíz de un sentimiento de impotencia al no poder defender mis ideas o mis acciones frente a otros. Muchos confunden la inmodestia con la arrogancia, pero, ésta última, solo surge cuando el dialogo se vuelve un discurso retórico y se pierde ese reconocimiento mutuo que nos permite escucharnos. Lo que pretendían Beethoven y Odiseo, en sus vidas, no era ganar una competencia a muerte para demostrar su superioridad frente a los demás, sino hacer las cosas de la mejor forma posible para entender así su mundo y poder expresarlo.


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