martes, 9 de junio de 2009

DEL MIEDO




Soy yo Pablo, uno de los tantos de mi mismo, el que se sienta a pensar y se encuentra en los disimiles mundos que atraviesan el alma, el que se enfrenta a si mismo y se convence de los lineamientos surgidos del absolutismo-irónico, de los imperativos catalogados cívicamente, de las formas comunes de caminar por la calle.... en fin, el que me vuelve un ser capitalmente social.

Hay siempre que tener miedo, la oscuridad del mundo nos lo grita en cada esquina, en cada valle, en cada montaña, en cada océano. No podemos comprender el mundo, el lenguaje intrepreta signos, si, pero no los puede controlar; por lo tanto, es necesario buscar la verdad que da la certeza de lo que se sabe para encontrar la luz. Alejaos de ese mundo oscuro, de esas sombras, como decía el pagano Platón, y encontrad en vos la idea inmaculada que le da orden al caos presentado en la physis.

Al entender que las tinieblas acongojan nuestro espíritu y ensordecen nuestros oídos, es necesario poner de manifiesto cómo podemos encontrar la iluminación, y tan sólo, nos lo advierte San Agustín, gran lector de Platón e iluminado por la divina providencia, es posible por medio de la Gracia Divina, aunque hay que tener claro la procedencia de ese toque celestial para no caer en las garras del maligno, príncipe de los embaucadores, y hundirnos en el infierno. Es primordial guiar nuestro espíritu por medio de la Palabra Sagrada para encontrar al único y verdadero Dios.... Jehova, Gran misericordioso ser necesario, motor de toda vida, de toda sociedad, de todo orden , de toda paz; quien en su magnánima voluntad ofreció a su único hijo para librarnos de nuestros pecados y encontrar en Él el camino hacia la verdad. no debemos olvidar el pasaje bíblico que reza: “ pero al contrario, ésta misma paciencia con que es tolerado el pecador, aunque peque cien veces, me han hecho conocer a mi que serán dichosos aquellos que temen a Dios y respetan su majestad” 1. Por lo tanto, si queremos encontrar la gracia de Dios es necesario temerle, por que de lo contrario, mil maldiciones caerán sobre nosotros y seremos la creación más desgraciada.

El espíritu iluminado, hincado por el temor hacia Dios, encuentra la sabiduría y olvida el conocimiento del bien y el mal, arrojándose a la infinita misericordia del señor, encontrándose así mismo, cual espejo a los ojos, penetrando en la santidad y convirtiéndose en pastor de las ovejas descarriadas que aún se encuentran en medio de la oscuridad; el fango les a tapado, a éstos últimos, sus ojos y oídos, alejándolos del conocimiento divino e impidiendoles ver el camino de la gracia del señor. Es impajaritable librarse del mundo, de nuestros huesos, nuestras lujurias, nuestros deseos, para encontrar en Dios la paz que tanto falta nos hace y hacer que este globo terráqueo se vuelva luz, porque los pecadores han traído el demonio a vivir en sus moradas.

No soy yo gran benefactor de la guerra, por que Dios es amor y misericordia, y yo gran seguidor de Su Palabra, sin embargo, guiados por el señor libraremos batallas, batallas de cambio, batallas que serán libradas dentro de nosotros, con los otros y entre nosotros, porque no se debe olvidar que el maligno está siempre al acecho, aguardando cualquier flaqueza de espíritu para llenar nuestra mente de ideas adversas, ideas oscuras, que harán caer nuestra espada y debilitarán nuestro escudo. Los ejércitos del señor están siendo llamados, y mucho más en este país, donde hay que acabar a los terroristas que en sus ideas maquinadas por los mas oscuros demonios quieren acabar con el orden y la paz de los buenos ciudadanos; “Auxmer cytoian”2, como decían los franceses, al mando de Juana de Arco, portadora constante de su biblia, guiada por el espíritu del señor, repleta de fe en cada poro de su cuerpo y convencida de la palabra de Dios.

Nosotros somos los elegidos, los que han merecido la gracia de Dios, los que en el campo de batalla no flaquearán por que el espíritu santo llena nuestros cuerpos y da fuerza a la empuñadura de nuestras armas, cómo decía antes: no soy yo gran benefactor de la guerra, pero es necesaria, los argumentos en oídos tapados no funcionan y los actos en ojos ciegos pasan desapercibidos, el dialogo no es funcional, el señor me lo ha revelado, es imposible. Y si no es posible convencerlos de mis palabras veamos la historia, siempre en todos lados la guerra ha cambiado el curso de la humanidad. Ésto no es una guerra de clases, como piensan los ateos, ésto es una guerra entre la luz y la oscuridad, por lo tanto, es nuestro deber, como iluminados que somos, acabar con ese monopolio de fango, con esa maquinación de la oscuridad.

Se que es difícil comprender la imposibilidad del lenguaje, pero es una realidad. El mundo se comunica por medio de los signos ambulantes en cada mente, generados por las diferentes experiencias que se tienen en la vida, pero cada construcción de lo real cambia de acuerdo a nuestra cercanía con Dios; entre más cercanos estemos a Él mejor nos comunicaremos entre nosotros, porque nos hemos librado de toda sensación perteneciente al cuerpo, desviadora de toda idea celestial, creadora de máximas mundanas manipuladas por los sentidos, siendo nosotros los esclavos amantes de nuestras propias cadenas, dejando como ripio la oscuridad en nuestras mentes. Lo vimos con el pagano Platón, elegido de Dios en su infinita voluntad, en la era de la oscuridad, para mostrarnos que nuestros ojos sólo ven sombras que deben ser derrocadas por la luz, desenterrando el camino de la verdad.

Es así entonces que el miedo llena el espíritu de valentía, alejándonos del enemigo y enfrentándonos a nosotros mismos, permitiendo la comunicación, amada buena nueva que rompe barreras impuestas por una gran cadena negra, guiadora al fondo de la caverna, lugar donde ya no hay regreso. La libertad sólo es para los valientes y el ver sólo es posible para aquellos que no tienen fango en sus ojos.

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